No hace falta morirse para cambiar

Arrepentirse de las llamadas que no se hicieron, de los besos que se guardaron, de las flores que no se dieron, de los versos que no se escribieron.

De los viajes que no tuvimos el coraje de realizar, de los cambios que no dejamos entrar, de las personas que no buscamos, de las que extrañamos y los perdones que no se les dio su lugar.

De las oportunidades que otro aprovecho, de los sueños que otro vivió, de los amores que fueron de otros, de los amigos que pudieron ser nuestros pero los dejamos pasar.

No hace falta llegar a viejo o estar a punto de morir para darse cuenta que cualquier momento es bueno para cambiar, para vivir, para amar y pedir a la vida todo lo que tiene que dar.

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